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A nadie le cabe la menor duda que los tiempos han cambiado. Cautivos del nada volverá a ser como antes, nos enfrentamos a un momento de incertidumbre en un mar de dudas constante. Del mismo modo que el teletrabajo ha inundado nuestro día a día, convirtiendo nuestros espacios privados en espacios de trabajo, hemos monitorizado cualquier actividad cotidiana con la pantalla.

 

La crisis del covid aun así ha agudizado nuestro ingenio, nos ha permitido pasar más tiempo con nosotros mismos y con nuestras familias. El parón funcional y económico vivido este último mes, ha provocado que muchos profesionales y empresas hayan visto como sus oficinas han quedado vacías, pagando las rentas existentes. En este sentido ha resurgido un pensamiento ya existentes y asentados en muchos países. Estamos hablando de una serie de espacios colaborativos, entendidos como oficinas Flex, donde minimizar y disminuir así el riesgo son tentadores. En una sociedad en la que el pago por uso está cada vez más interiorizado, la crisis puede potenciar este tipo de espacios de trabajo, convirtiéndose en una alternativa muy atractiva.

 

Es quizá la propia palabra oficina la que nos sugiere imágenes de grandes espacios con cubículos o mesas individuales. Por el contrario, la nueva tendencia de generar espacios colaborativos, donde se promueve la sinergia entre los propios habitantes del mismo, ha provocado que esta concepción de la palabra oficina haya cambiado.

 

 

Actualmente vivimos en un mundo interconectado en el que los cambios económicos y sociales, fruto del avance tecnológico y de las redes sociales, entre otros factores, han propiciado una realidad en la que aparecen nuevas formas de trabajar y en la que organizaciones, empresas, industrias y sistemas económicos deben reinventarse. Ante el contexto de crisis socioeconómica que estamos viviendo, surge una nueva economía social y creativa basada en el conocimiento y caracterizada por el consumo colaborativo. En este sentido, aparece el fenómeno “Co”, donde co-creación y colaboración son conceptos que se posicionan como motores de cambio de los sistemas de trabajo y organización. Ello da paso a estructuras horizontales y colaborativas, en las que el conocimiento, las capacidades, la experiencia y el saber hacer dejan de ser un patrimonio privado.
Hoy el valor del profesional viene marcado por su aportación a cada proyecto y a la organización, aprovechando el talento individual y colectivo para objetivos comunes. En una época en la que la manera de emprender cobra fuerza como alternativa a la precariedad laboral, una opción a tener en cuenta a la hora de iniciar una actividad profesional y ahorrarse los costes de un espacio individual de trabajo (alquiler, acondicionamiento, altas de suministros, etc. ), es la modalidad de trabajo colaborativo y/o coworking o cobussines. El CoWorking es un claro ejemplo del fenómeno “Co”, una manera innovadora de trabajar, adaptada a estos tiempos, que permite que freelances, pymes, autónomos y profesionales independientes de sectores distintos o afines compartan una misma oficina o espacio de trabajo. Aquí se fomenta la colaboración y el networking con el objetivo de ahorrar costes, generar sinergias y dotar a los profesionales de un entorno laboral que favorezca el compartir e intercambiar experiencias.

 

En todo caso, es un momento de encontrar maneras de superar esta crisis y qué mejor manera que encontrar soluciones creativas para poder relanzar nuestras empresas, una vez volvamos a la normalidad.