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Las emociones y la motivación son los verdaderos impulsores de cualquier proceso de aprendizaje unidos al buen desempeño en el trabajo. La arquitectura es más que una construcción de espacios lógicos y funcionales. A través de ella, nosotros como personas, habitamos los espacios para poder apreciar y sentir las distintas emociones que van surgiendo a cada paso.

Factores como el color, la iluminación, el sonido y la singularidad, establecen características especiales en los ambientes que agudizan ciertos sentidos en el ser humano. Cada uno de estos elementos tiene detalles que, al apreciarlos de forma conjunta, crean sensaciones que marcan la diferencia y nos hacen apreciar cada lugar de una manera única.

La arquitectura emocional, entonces, no debe verse sólo como una afirmación derivada de un manifiesto arquitectónico que da explicación a intenciones utilitarias —por poéticas que éstas sean—, también tendría que entenderse como una pregunta permanente acerca del modo en que establecemos los lugares donde habitamos los cuáles son las funciones intrínsecas del ser humano. Aprender a reconocer y sentir esas emociones nos permite vivir experiencias sensoriales únicas e irrepetibles.

 

 

 

El lugar es siempre desconcertante, por eso nos tiene cautivados. La arquitectura, al igual que un faro, permanece inmóvil como un referente quieto que sin embargo, alberga en sí el movimiento; como un elemento situado en el límite de la tierra con el mar, cobija al ser: su reposo y su constante devenir, un ciclo que va desde el lugar, al no-lugar, volviendo de nuevo al lugar. Reconocer los elementos más puros del lugar, absorber con los sentidos lo más puro del ambiente y re interpretarlos. Sensanciones de luz que pueden quedar dentro de uno, como un impulso sentimental que atrae y ilusiona una idea. Una idea que germina y florece en algo interesante e importante.

El “lugar es tiempo en espacio”, el “en” equivale a “emplazado”, depositado, situado. Este estrecho vínculo de espacio-tiempo, esta unión, es de la que se destila la noción de lugar. Lugar como coexistencia de tiempo “lugarizado” en espacio. El tiempo “asentado” en tiempo teniendo presencia, permanencia, es una gran definición de lugar. A pesar de la característica efímera del tiempo, cuando este consigue “instalarse”, “permanecer”, “habitar” un espacio presente daría o formaría un lugar delimitado retornando la simple idea de que este lugar es único.

Porque la arquitectura está hecha por y para el lugar de las personas que lo habitan. Inspiraciones del lugar.

Proyecto: Vil·la Tula